La música tiene un papel crucial en la película La muerte de Stalin, ganadora del Premio del Cine Europeo a la mejor comedia en 2018. Al fin y al cabo, no se puede esperar menos de una cinta que comienza con el Concierto para piano n.º 23 de Mozart sonando de manera diegética. En este comienzo la obra es interpretada por la pianista Mariya Yúdina, a la que da vida Olga Kurylenko. Además del concierto de Mozart, la película incluye otras dos obras preexistentes que conviven con la banda sonora original de Christopher Willis. Estas son la Sinfonía n.º 6 de Chaikovski y el Preludio Op. 28, n.º 4 de Frédéric Chopin (1810-1849).
Chopin —al igual que Mozart y Chaikovski— es un músico muy presente en obras audiovisuales. Su música aparece en más de 1300 películas, cortos y series de televisión, según IMDb. Por ejemplo, el mismo preludio que se utiliza en La muerte de Stalin también se escucha en películas como Tolkien (2019), By the Sea (2015), Cincuenta sombras de Grey (2015) o El diario de Noa (2004).
Unos preludios tortuosos
El compositor polaco escribió sus Preludios op. 28 con la intención de explorar el carácter de las distintas tonalidades. Chopin seguía en este proyecto la estela de Bach, a quien admiraba y cuyos preludios de El clave bien temperado conocía de memoria. Aunque el genio alemán escribió 48 preludios (divididos en dos libros), Chopin se limitó a 24 pequeñas piezas, una por cada tonalidad.
Además de estos 24 preludios, existen tres más que a veces se agrupan dentro del opus 28, aunque realmente no pertenecen al mismo. De continuar la numeración, estos serían el n.º 25 en do# menor, n.º 26 en la♭ mayor y el n.º 27 en mi♭ menor, inconcluso. Todos ellos tienen una contraparte en el conjunto principal en su misma tonalidad, pero por la razón que fuera, Chopin quiso profundizar en estas tonalidades específicas. Lo cierto es que el compositor polaco consiguió extraer nuevas emociones de las tonalidades ya usadas en esta terna de preludios adicionales.
Chopin escribió sus preludios durante su estancia en Mallorca. Fue una época dura para el músico, con continuos cambios de humor y alternancia de emociones muy fuertes y, en muchas ocasiones, opuestas. Quizás esa sea la explicación para la enorme diferencia de carácter entre unos y otros preludios. El conjunto muestra todo un abanico de sentimientos que podrían servir a la perfección como un compendio de lo que supone la naturaleza humana.
El compositor polaco había llegado a la capital balear junto a George Sand y los hijos de esta, Maurice y Solange. El grupo esperaba que el clima de la isla mejorara la salud de Chopin y Maurice, pero llegaron durante un invierno especialmente duro. No se les permitió quedarse en Palma y tuvieron que alojarse en la cartuja de Valldemossa. Hay distintas teorías que explican esta falta de hospitalidad: la tuberculosis, que la pareja no estuviera casada… El músico ni siquiera tuvo acceso a su piano, que había llevado consigo, pero fue parado en aduanas. Todos estos acontecimientos afectaron enormemente a la salud mental y física de Chopin, convirtiendo el invierno mallorquín en el que escribió sus preludios en una de las épocas más complicadas de su vida.
Referencias:
Oleksiak, W. (2014, 28 de mayo). Breaking It Down: Chopin’s 24 Preludes. Culture.pl. https://culture.pl/en/article/breaking-down-chopins-24-preludes
Schwarm, B. (Sin fecha). Chopin Preludes, Op. 28. Britannica. Consultado el 29 de julio de 2023. https://www.britannica.com/topic/Chopin-Preludes-Op-28
Redacción y edición: S. Fuentes
