El compositor sevillano Francisco Guerrero (1528-1599) comenzó a aprender música en el coro de la Catedral de Sevilla con ayuda de su hermano Pedro. Desde este renombrado templo captó la atención de Cristóbal de Morales, uno de los músicos españoles más importantes de la época. Morales acababa de regresar de Roma y, viendo el talento y el potencial del joven, lo tomó como pupilo para enseñarle composición, llevándoselo a Toledo. El maestro debió sentir que sus lecciones habían tenido efecto, porque recomendó a Guerrero para el puesto de maestro de capilla de la Catedral de Jaén. El joven consiguió este cargo con solo 17 años.
Pese a su poca experiencia como compositor, Guerrero empezó a desempeñar su nueva labor con cierta solvencia. Los problemas a los que se enfrentaba no eran musicales, sino personales. Quizás por haber abandonado su hogar desde una edad temprana, el músico echaba de menos Sevilla. Viajaba cuanto podía a su ciudad natal y estuvo cerca de ser despedido por sus numerosas ausencias. Finalmente, incapaz de hacerse a la catedral jienense, Guerrero acabó abandonando su cargo por uno de mucha menor envergadura como cantante en la Catedral de Sevilla. Desde el templo hispalense le prometieron el cargo de maestro de capilla cuando muriera Pedro Fernández de Castilleja, quien lo ocupaba por aquel entonces.
Tal y como le prometieron, Guerrero acabó ascendiendo y dirigiendo los asuntos musicales de la catedral sevillana. Aunque resulte curioso dado su periplo jienense de juventud, el compositor utilizó su nuevo cargo para viajar con frecuencia. Emprendió múltiples expediciones a Portugal, Italia y Francia, consiguiendo publicar varias de sus obras en el extranjero. La música de Guerrero incluso cruzó el Atlántico, ya que se han encontrado partituras suyas en la Catedral de Lima. Estos viajes no hicieron que desatendiera sus obligaciones en la catedral y, de hecho, Guerrero fue un prolífico autor, tanto de música sacra como profana. En su época fueron especialmente apreciados sus motetes dedicados a la Virgen, que le hicieron ganarse el apodo de “el cantor de María”.
Quizás la aventura más ambiciosa de Guerrero en el extranjero fue su peregrinaje a Tierra Santa en 1589. Pasó por Zacinto, en las islas Jónicas, Damasco y Belén, hasta llegar a Jerusalén. En el viaje de regreso su barco fue atacado por piratas… dos veces. El doble asalto —en el que, además de robarle sus pertenencias, le exigieron el pago de un rescate a cambio de su libertad— arruinó por completo a Guerrero. El compositor narró sus andanzas y desventuras en El viaje de Jerusalén. Intentando recuperarse económicamente, el autor contrajo algunas deudas para poder publicar y vender sus obras. Sus impagos hicieron que acabara en la cárcel, aunque el cabildo accedió a pagar las deudas para que pudiera salir. Guerrero empezó a buscar financiación para preparar un segundo viaje a Tierra Santa, pero una epidemia de peste acabó con su vida en 1599.
Referencias:
Johnson, A. E. (2022, 11 de marzo). Francisco Guerrero: Catching On Again, Five Centuries Later. PS Audio. https://www.psaudio.com/blogs/copper/francisco-guerrero-catching-on-again-five-centuries-later
Predota, G. (2012, 27 de julio). Francisco Guerrero. Interlude. https://interlude.hk/francisco-guerrero/
Truslove, D. (2023, noviembre). Francisco Guerrero from The Brabant Ensemble. Opera Today. https://operatoday.com/2023/11/francisco-guerrero-from-the-brabant-ensemble/
Redacción y edición: S. Fuentes
