Al principio de la película Las dos caras de la verdad (Primal Fear, 1996) podemos ver y escuchar a un coro de jóvenes cantando el introito Cibavit eos, de William Byrd (1540-1623), en un acto al que asiste un arzobispo. Poco después, esta autoridad eclesiástica es asesinada. La cinta trata de cómo el abogado Martin Vail (Richard Gere) trata de defender al principal acusado (Edward Norton). La película fue merecedora de un Globo de Oro y nominaciones a los Óscar y los BAFTA por la brillante actuación de Norton en el que fuera su primer largometraje.
Se pueden trazar paralelismos entre Las dos caras de la verdad y la vida de Byrd. En primer lugar, en ambas la religión juega un papel crucial. El compositor inglés era un católico devoto en la época en que se introdujo el Acto de Uniformidad de 1559, por el que se obligaba a los ciudadanos de Inglaterra a asistir a los oficios protestantes y se prohibía la fe católica. Byrd no renunció a su religión y fue partícipe de la clandestinidad en que se movía su comunidad. Esta actividad en las sombras es el segundo paralelismo que se podría trazar entre la película y la vida del compositor, aunque los contextos de ambas son diametralmente opuestos.
Byrd no fue especialmente concienzudo ocultando su fe o su participación en las ceremonias clandestinas, pero, por suerte, contaba con el favor de la reina Isabel I. En 1575 la monarca concedió al compositor y a su maestro, Thomas Tallis, el monopolio conjunto para importar, imprimir, publicar y vender música. Ambos músicos pertenecían a la Capilla Real de la reina. El primer título que publicaron fue una colección de Cantiones sacrae dedicadas, precisamente, a Isabel I. De este conjunto de motetes, 16 estaban firmados por Tallis y los restantes 18 por Byrd.
Mientras que otros católicos fueron condenados a muerte por su mantenerse firmes en su religión, Byrd simplemente fue amonestado por no acudir a los oficios protestantes, algo obligatorio bajo el Acto de Uniformidad. Esta deferencia es especialmente relevante si tenemos en cuenta que las autoridades llegaron a encontrar partituras del compositor entre los enseres de un sacerdote católico al que se arrestó en las investigaciones de la conspiración de la pólvora.
Liturgia clandestina
Byrd acudía con frecuencia a las misas clandestinas organizadas por el barón John Petre en su residencia de Ingatestone Hall. La mansión contaba con pasadizos entre sus paredes para que los sacerdotes se escondieran y ocultaran los enseres que utilizaban para la eucaristía, evitando así a las autoridades. Petre fue el dedicatario de uno de los libros de Gradualia del compositor inglés. Y no fue el único noble católico al que Byrd mostró su agradecimiento. El otro libro de Gradualia estaba dedicado a Henry Howard, conde de Northampton, y otros volúmenes de motetes a Edward Somerset y John Lumley, conde de Worcester y barón de Lumley, respectivamente.
La labor de Byrd para intentar dotar de música a las ceremonias clandestinas fue titánica. El compositor adaptó su estilo a los recursos a su disposición. En estas obras no componía para la fastuosidad de la Capilla Real, sino para intérpretes amateur cuya disponibilidad era una incógnita. Pese a estas limitaciones, Byrd escribió música para acompañar los oficios durante un año litúrgico completo, incluyendo el propio y el ordinario de la misa.
Referencias:
McCleery, R. (2020, 28 de abril). Singing in secret: how William Byrd created his best work in isolation. The Guardian. https://www.theguardian.com/music/2020/apr/28/singing-in-secret-william-byrd-isolation
Noble, J. J. (2023, 1 de enero). William Byrd. Britannica. https://www.britannica.com/biography/William-Byrd
Redacción y edición: S. Fuentes