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Carreño: una niña en la Casa Blanca

La pianista y compositora venezolana Teresa Carreño (1853-1917) procedía de una familia de gran importancia en su país. Su padre fue ministro de Hacienda y Exteriores y su tío, Simón Rodríguez, fue tutor de Simón Bolívar, el Libertador. Estos orígenes habrían bastado para poner a disposición de Carreño cuantos recursos fueran necesarios en su educación, pero además su familia provenía de un linaje de destacados músicos. Tanto el abuelo como el bisabuelo de la compositora fueron maestros de capilla de la Catedral de Caracas, el epicentro de la música en Venezuela durante su época. Su padre también era pianista, aparte de diplomático, y fue el encargado de guiar a la joven en sus primeros pasos por el mundo de la música.

Ballade, de Teresa Carreño, por Clara Rodríguez.

Gran conocedor de los ambientes musicales y experto en el ámbito de la diplomacia, el padre de Carreño trazó un plan para sacar el máximo partido al enorme talento que mostraba su hija. Fue así como la familia se trasladó a Estados Unidos, consiguiendo que la pianista tocara ante Abraham Lincoln en la Casa Blanca con tan solo nueve años. Sin embargo, la atmósfera musical estadounidense tenía más de negocio que de arte, por lo que la familia se mudó de nuevo, en este caso poniendo rumbo a Europa. En el Viejo Continente Carreño pasó de ser una niña prodigio a convertirse en una intérprete consagrada. Fueron muchas las giras de conciertos que dio a lo largo de su carrera, llegando a acumular más de 5000 actuaciones.

Aunque Carreño era reconocida y celebrada como pianista, también sentía una gran pasión por la composición. Con el tiempo tuvo que dejar de lado esta faceta, ya que debía mantener a sus seis hijos y la interpretación era una actividad mucho más lucrativa, sobre todo si se tienen en cuenta los numerosos obstáculos a los que se enfrentaban las mujeres para que sus obras se editaran y publicaran. Por suerte, Carreño pudo permitirse introducir sus obras en sus programas, colocando su música junto a la de otros grandes compositores. Con el tiempo, el destacado papel de intérprete que tuvo la autora venezolana ha eclipsado a su faceta creativa, pero en su época sus obras fueron elogiadas por músicos de la talla de Rossini.

La primavera, de Teresa Carreño, por Clara Rodríguez.

Como compositora, Carreño se especializó en obras de pequeño formato, sobre todo danzas. Esta era una forma de desarrollar el folclore de su país, que a su vez bebía de una cierta criollización de formas procedentes de Europa. También tuvo un gran peso en la música de Carreño su capacidad para la improvisación. Este talento ya quedó patente en su infancia y durante sus aventuras de niña prodigio y acompañó a la pianista venezolana a lo largo de su vida. Con cierta frecuencia en sus conciertos tomaba melodías que no conocía de antemano y tocaba sobre ellas, variándolas y armonizándolas en todo un ejercicio de composición en tiempo real. El precio del éxito de Carreño fue una vida alejada de su país natal. Solo regresó a Venezuela en un par de ocasiones.


Referencias:

Bermúdez, A. (2020, 22 de febrero). Teresa Carreño: la poco conocida historia de la niña prodigio venezolana que tocó el piano para Abraham Lincoln. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-51451987

Jiménez Emán, G. (2020, 16 de noviembre). Teresa Carreño, primera pianista de Venezuela. Letralia. https://letralia.com/sala-de-ensayo/2020/11/16/teresa-carreno/

Sans, J. F. (2010). Teresa Carreño: Una excepcional compositora venezolana del siglo XIX. Revista de investigación, 34(69), 17-37.

Redacción y edición: S. Fuentes

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