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Retratos sonoros

Las 200 obras de Leonarda

Durante el siglo XVII hubo varios compositores que contribuyeron al desarrollo de la sonata a trío antes de que Arcangelo Corelli estableciera esta denominación y perfeccionara la forma hasta definir su versión más estandarizada. A este grupo perteneció Isabella Leonarda (1620-1704), una compositora que cayó en el olvido por la poca difusión de su música más allá del entorno de Novara, en el norte de Italia. Uno de los factores que probablemente contribuyera a este aislamiento geográfico —además del hecho de ser mujer— fue que Leonarda era una monja ursulina y, aunque participaba en la vida social de su ciudad, su capacidad de apartarse del convento estaría limitada.

Sonata décima, de Isabella Leonarda, por Adriane Post, Boel Gidholm, Lisa Terry, Naomi Gregory y Deborah Fox.

Leonarda procedía de una familia perteneciente a la aristocracia local. Como tal, recibió formación musical desde su niñez. Tenía conocimientos avanzados, incluyendo un gran dominio del contrapunto y una concepción de la armonía adelantada a su tiempo. Con 16 años ingresó en el Colegio de Santa Úrsula, convento en el que permaneció el resto de su vida. Se cree que después de este ingreso pudo recibir lecciones de Gaspare (o Gasparo) Casati, maestro de capilla de la Catedral de Novara, aunque este dato no es seguro. Uno de los argumentos que refuerza esta teoría es que el compositor incluyó dos obras de Leonarda en un libro que publicó en 1640.

Estas no fueron las únicas composiciones de Leonarda que fueron editadas y distribuidas. Se han contabilizado una veintena de volúmenes con obras de la prolífica autora —llegó a firmar casi 200 composiciones—, cuyos ejemplares se han encontrado en ciudades como Venecia o Milán. Aunque en la actualidad se conoce especialmente a Leonarda por sus sonatas, la mayoría de su música era vocal y de carácter sacro. Todas las obras de la compositora están dedicadas a la Virgen María, aunque la autora solía añadir algún co-dedicatario que pudiera contribuir económicamente a financiar su convento. Entre estos potenciales donantes aparecieron figuras como el arzobispo de Milán, el obispo de Novara o Leopoldo I del Sacro Imperio Romano Germánico.

Sonata duodécima, de Isabella Leonarda, por Rachel Podger y Daniele Caminiti.

Gracias a una de estas dedicatorias, concretamente la de su opus 10, se sabe que Leonarda solo componía en el tiempo que tenía asignado al descanso, para así no descuidar sus obligaciones en el convento. Quizás esta sea la razón de que la mayoría de sus obras pertenezcan al periodo entre 1670 y 1700, cuando posiblemente tuviera menos responsabilidades. Esta dedicación a sus hermanas fue recompensada con distintos puestos y cargos. Leonarda pudo enseñar música a las jóvenes y llegó a ser consejera y madre superiora en el convento. Probablemente estas posiciones privilegiadas le ayudaran a difundir localmente su música, ya que las monjas ocupaban un lugar elevado en el ámbito social de la ciudad. Esto se debe a que muchas eran, como Leonarda, hijas de aristócratas y estaban muy involucradas en la educación religiosa y obras de caridad.


Referencias:

Augustynowicz, E. A. (2022). Isabella Leonarda (K. Singleton, trad.). https://www.academia.edu/102490003/ISABELLA_LEONARDA

Bristol Ensemble. (Sin fecha). Isabella Leonarda. Consultado el 14 de septiembre de 2024. https://bristolensemble.com/notes-for-women/isabella-leonarda/

Swan, M. (Sin fecha). Finding Isabella Leonarda. Saskatoon Symphony Orchestra. Consultado el 14 de septiembre de 2024. https://saskatoonsymphony.org/finding-isabella-leonarda/

Redacción y edición: S. Fuentes

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