Nicolás Ruiz Espadero fue una de las figuras más destacadas en la música cubana del siglo XIX. El compositor y pianista fue el maestro y referente de muchos de los intérpretes y autores de la época, no solo en Cuba, sino en todo el Caribe. Aunque Espadero se formó entre compatriotas, en su técnica y sus obras la influencia europea es muy intensa y esta mirada se transmitió a muchos de sus alumnos. Entre estos discípulos del compositor cubano, encontramos nombres tan relevantes como Carlos Alfredo Peyrellade o Cecilia Arizti (1856-1930).
Arizti era hija de Fernando Arizti, un pianista y pedagogo que había sido profesor de Espadero. Fue él quien comenzó a enseñar música a la compositora, que demostró rápidamente su afinidad con este arte. Con ocho años, Arizti ideó sus primeras composiciones —un Ave María y una mazurca—, que su padre se encargó de transcribir. Esta precocidad continuó y pocos años después la autora publicó sus primeras obras. Ya desde estos comienzos se puede apreciar la influencia europeizante y profundamente romántica de Espadero, pues las formas, géneros y títulos escogidos evocan al catálogo de autores como Chopin.
La influencia del músico polaco es especialmente notable en obras como Nocturno, Romance o los Scherzo op.10 y op.17. Pese a esta clara relación con Chopin, el compositor no fue el único referente de Arizti. En otras obras, como Mazurca, se deja ver la presencia de Robert Schumann, un autor del que la compositora cubana llegó a ser toda una experta en su faceta de intérprete. Aunque el peso del Romanticismo en la música de Arizti es innegable, también aparecen algunas vetas de la música cubana, aunque son vestigios aislados. Un ejemplo de estos trazos nacionalistas es Danza, que pese a ser más cercana a un baile de salón burgués, sí tiene cierta chispa e inteligencia de la música popular.
Aunque la producción de Arizti no fue muy extensa, fue suficiente para granjearle un lugar destacado entre los compositores de Cuba. La mayoría de sus obras se centran en el piano, aunque también realizó algunas incursiones en la música de cámara, como el Trío para piano, violín y violonchelo que ella misma estrenó en La Habana junto a Rafael Díaz Albertini y Rafael Ortega. Además de sus composiciones, Arizti produjo material pedagógico que empleaba con sus alumnos, como el manual Veinte ejercicios diarios para piano.
Como pianista, Arizti era una experta en autores como Chopin, Schumann, Beethoven o Liszt. Llegó a tener una notable fama y dio numerosos conciertos, tanto en Cuba como en el extranjero. En 1896 tocó en el Carnegie Hall y el Chickering Hall de Nueva York. Llegar a estos imponentes espacios fue todo un logro para Arizti, pero tocar en ellos le generaba demasiada ansiedad. Por esta razón, a partir de ese mismo año restringió sus actuaciones a salas pequeñas y espacios más íntimos.
Con el tiempo, tanto la actividad interpretativa de Arizti como su veta compositiva fueron perdiendo peso en favor de la docencia. Durante esta última etapa transmitió el legado de su padre y de Espadero a las nuevas generaciones como profesora de piano en el Conservatorio Peyrellade de La Habana.
Referencias:
Pérez Alfonso, E. A. (2021, 14 de mayo). Entreclaves…La obra pianística de Cecilia Arizti a través de las manos de Lisa María Blanco. Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana. https://cidmucmusicacubana.wordpress.com/2021/05/14/entreclaves-la-obra-pianistica-de-cecilia-arizti-a-traves-de-las-manos-de-lisa-maria-blanco/
Rodríguez de la Torre, F. (Sin fecha). Cecilia Arizti Sobrino. Real Academia de la Historia. Consultado el 8 de julio de 2023. https://dbe.rah.es/biografias/75927/cecilia-arizti-sobrino
Redacción y edición: S. Fuentes
