Julia Wolfe (1958) creció en Montgomeryville, una pequeña ciudad de Pensilvania. La compositora estadounidense cuenta cómo al mudarse allí disfrutaba de los bosques que rodeaban su casa. Un entorno fantástico que ofrecía numerosos escondrijos y entretenimientos para una niña. Y más allá del bosque había una carretera que llevaba hacia la autopista. Una autopista que se dirigía a Filadelfia, pero también hacia otro destino más hostil: la Región del Carbón.
Pese a no adentrarse a menudo en esa zona, la compositora conocía los nombres de muchas de sus ciudades. Había oído contar historias a su abuela, que había crecido en Scranton, también conocida como “Ciudad vapor”, “La ciudad eléctrica” o “La capital del carbón”.
Estos recuerdos de su infancia fueron los que le llevaron a mirar hacia la Región del Carbón de Pensilvania cuando el Club Mendelssohn de Filadelfia le encargó una obra para su coro y el conjunto “Bang on a Can All Stars”. Este grupo instrumental está vinculado a Bang on a Can, una organización fundada por Wolfe y los compositores David Lang (1957) y Michael Gordon (1956). Así surgió el oratorio Anthracite Fields (Campos de antracita).
La investigación para la obra llevó a la compositora a buscar distintas fuentes sobre la época de máxima actividad minera de la región. Habló con mineros retirados y con hijos de mineros. Buscó entrevistas, historias de transmisión oral y dichos, pero también descripciones geológicas, un índice de accidentes mineros y un anuncio de carbón. E incluso tomó fragmentos de un discurso de John L. Lewis, quien fuera presidente de los Obreros Mineros Unidos de América. A partir de estos textos construyó su personal homenaje a las personas que durante tantos años soportaron las duras condiciones de las minas.
Anthracite Fields
El primer movimiento de la obra es Foundation. El coro canta los nombres de los mineros que figuran en el índice de accidentes, que recoge los fallecimientos en las minas desde 1869 hasta 1916. El listado es tan largo que la compositora limitó los nombres a aquellos que fueran “John” y un apellido monosílabo. Tras recitar a los mineros por orden alfabético, el texto cambia y describe el subsuelo, descendiendo verticalmente desde la superficie. Este fragmento corresponde a descripciones geológicas de formaciones de carbón. Pero los nombres regresan, recordándonos los horrores de la mina. Esta vez son nombres de varias sílabas y de distintos orígenes —muchos mineros procedían de familias migrantes—, que se entremezclan creando un ambiente colorido.
La obra continúa con Breaker Boys. El título se refiere a niños que se dedicaban a separar las impurezas del carbón cuando llegaba a las plantas que lo procesaban. Tenían prohibido llevar guantes, por lo que acababan con numerosos cortes en los dedos, donde se mezclaban el rojo de la sangre y la negrura del carbón. La compositora utiliza las palabras de uno de estos niños, Anthony Slick, extraídas de la película documental America and Lewis Hine (1984).
El tercer movimiento es Speech, el extracto del discurso de John L. Lewis:
Si debemos triturar carne y huesos humanos en la maquinaria industrial a la que llamamos “la América moderna”, juro ante Dios que aquellos que consuman el carbón —y ustedes y yo mismo, que nos beneficiamos de su servicio porque vivimos cómodamente— debemos protección a esos hombres [los mineros]. Y les debemos seguridad a sus familias si ellos mueren.1
Tras el alegato del líder sindicalista llega Flowers. Este movimiento es un respiro en el tono grave de la obra. Está inspirado en una entrevista con una hija y nieta de mineros, que contaba cómo los miembros de las comunidades de la zona se ayudaban entre ellos. Para hacer sus vidas más llevaderas, todas las familias tenían jardines, para así aportar color a aquel mundo de negrura. El texto de este movimiento recita un listado de flores, tal y como la descendiente de mineros hiciera en una entrevista.
La obra finaliza con Appliances, un enlace entre lo nuevo y lo viejo. Aunque la minería de carbón haya decrecido en la actualidad (o se haya trasladado a países donde es más fácil vulnerar los derechos de los trabajadores e ignorar su seguridad), el consumo de carbón sigue presente en nuestros días. Wolfe utiliza el texto de un antiguo anuncio de carbón en el que una mujer predicaba las ventajas de la antracita respecto a otras variedades. Gracias a la antracita podía ir en tren de Nueva York a Búfalo “sin que su vestido perdiera una pizca de su blancura”. Algo que, sin duda, contrastaría con las caras tiznadas de quienes extrajeran la negra roca de las entrañas de la tierra.
Textos originales:
1 If we must grind up human flesh and bones in the industrial machine that we call modern America, then before God I assert that those who consume the coal and you and I who benefit from that service because we live in comfort, we owe protection to those men and we owe the security to their families if they die.
Referencias:
Wolfe, J. (Sin fecha). Anthracite Fields (2014). Consultado el 14 de noviembre de 2020. https://juliawolfemusic.com/music/anthracite-fields
Redacción y edición: S. Fuentes