Categorías
Una noche en la ópera

La saga Viardot: el último hechicero

Manuel del Pópulo Vicente García fue una de las figuras más influyentes en la ópera de principios del siglo XIX. El tenor sevillano abordó prácticamente todos los aspectos de este género, desde la composición hasta la producción o la labor de director de escena. El autor de obras como El poeta calculista fue, además, el primero de una dinastía que se mantuvo en los círculos musicales más influyentes de Europa durante todo el siglo.

Yo que soy contrabandista de El poeta calculista, de Manuel del Pópulo Vicente García, por Ernesto Palacio.

El músico tuvo cuatro hijos: Josefa Ruiz García, Manuel García (nacidos en Madrid), María Malibrán y Pauline Viardot (nacidas en París). Todos ellos fueron exitosos cantantes y alumnos del patriarca familiar. Josefa, soprano de amplio registro, comenzó su carrera en Italia. Tras unos años allí y una gira americana, acabó por instalarse en España. Manuel, barítono e inventor del laringoscopio, se especializó en la enseñanza y en el estudio del canto a nivel científico-teórico. Su hijo, Gustave García, continuó su legado.

María Malibrán fue descrita por Rossini como una de las tres mejores voces que había conocido. Su trayectoria era meteórica. Con solo diecisiete años ya protagonizaba El barbero de Sevilla. Se asentó en París, donde rápidamente se ganó un lugar privilegiado entre la élite operística. Desafortunadamente, nunca podremos saber hasta dónde habría podido llegar la soprano, ya que murió con 28 años por las secuelas de un accidente montando a caballo.

Pauline Viardot (1821-1910) era la más pequeña de los hijos de Manuel del Pópulo Vicente García. Pese a no alcanzar a su estelar hermana, la cantante se hizo un hueco en la escena operística parisina. Sus interpretaciones inspiraron a compositores de la talla de Saint-Saëns, Chopin o Meyerbeer. En 1863 se retiró de los escenarios y se estableció en la localidad alemana de Baden-Baden.

Serenade, de Pauline Viardot, por Barbara Moser.

Villa Viardot

La residencia alemana de los Viardot contaba con un pequeño salón de conciertos y una galería de arte. En su retiro, la mezzo decidió centrarse en la docencia. Como parte de la formación, Viardot ofrecía a sus estudiantes la oportunidad de cantar en pequeñas óperas en su propia casa o en la de su vecino, Iván Turguénev. Se cree que al literato ruso y a Viardot les unía algo más que la amistad. Cuando la cantante decidió mudarse a Baden-Baden, Turguénev se construyó una casa a su lado. Hizo lo mismo cuando, tras el estallido de la guerra franco-prusiana, Viardot se mudó a Londres.

Para las funciones de sus alumnos, la propia Viardot escribió tres óperas de cámara con libreto de Turguénev: Le dernier sorcier, Trop de femmes y L’ogre. Todas ellas estaban planteadas como pequeñas obras para representarse en ambientes privados. La primera en estrenarse fue Le dernier sorcier (El último hechicero). Se interpretó por primera vez el 20 de septiembre de 1867 en Villa Turguénev con los cuatro hijos de Viardot en los papeles secundarios y la compositora al piano.

Compagnes ailées de Le dernier sorcier, de Pauline Viardot.

La ópera narra la historia de un viejo hechicero, Krakamache, que ha perdido casi toda su magia. Vive en un bosque, en un trozo de tierra que arrebató a los elfos cuando era poderoso. La obra muestra el conflicto entre Krakamache y la reina de los elfos (interpretada por Claudie Viardot), pero también el amorío entre la hija del hechicero y el príncipe de un reino cercano (interpretado por Louise Héritte-Viardot).

El público del estreno pertenecía al entorno de la compositora. Acudieron grandes personalidades del mundo musical, como Clara Schumann, pero también de otros ámbitos, como la emperatriz Augusta de Sajonia-Weimar-Eisenach. La noble quedó tan impresionada que llevó a su marido a otra representación de la obra y pidió que se interpretara en el cumpleaños del príncipe.

La fama de los conciertos de Viardot y Turguénev se extendió rápidamente. Este renombre llevó a arreglar Le dernier sorcier para estrenarse públicamente en Weimar. El texto, originalmente en francés, se tradujo al alemán, y el acompañamiento instrumental del piano se adaptó a una partitura orquestal, aunque ninguno de los creadores originales participó en este arreglo. La ópera, planteada inicialmente como una obra camerística, perdió calidad en esta transición, por lo que la recepción de la crítica no fue del todo buena. Pese a ello, Le dernier sorcier siguió representándose en Alemania y en Riga.

Tourne, tourne comme un tonton de Le dernier sorcier, de Pauline Viardot.

Dado el enorme éxito de los conciertos de sus estudiantes, Viardot construyó un pequeño teatro en su villa, con una capacidad para unas treinta personas. Este Théâtre du Thiergarten se inauguró con Le dernier sorcier. Brahms acudió a esta representación y pidió dirigir la ópera en un nuevo concierto diez días después. En esta ocasión la parte instrumental se arregló para una formación camerística con cuarteto de cuerda, arpa, piano y percusión, mucho más apropiada para la obra que la gran orquesta usada en Weimar.


Referencias:

Bridge Records. (Sin fecha). Viardot: Le dernier sorcier (The Last Sorcerer). Consultado el 28 de agosto de 2021.  https://bridgerecords.com/products/9515

Moreno, A. (2019, 7 de septiembre). Pauline Viardot: Le Dernier Sorcier (completo) . Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=uHmUV1NXU7U

Redacción y edición: S. Fuentes

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s