Entre 1912 y 1948 los Juegos Olímpicos incluyeron distintas artes entre sus disciplinas. El objetivo era promover la excelencia, tanto física como intelectual, con el afán de asemejarse en lo posible a la antigua Grecia… o al concepto que se tenía de esta etapa histórica a principios del siglo XX. De este modo, se incorporaron cinco categorías artísticas: arquitectura, música, literatura, escultura y pintura. Algunas de ellas tenían diferentes pruebas, cada una con su propio medallero. Por ejemplo, la música se subdividía en obras corales y orquestales, instrumentales y camerísticas y música vocal (obras para voz acompañada, para no mezclar categorías con las obras para coro solo). El principal requisito para las obras presentadas a la competición olímpica era que tuvieran relación con el deporte.
Las pruebas artísticas del olimpismo tuvieron una acogida algo fría entre los artistas. Especialmente en el ámbito de la música, los autores más consagrados evitaron participar, aunque algunos sí formaron parte del jurado que evaluaba las pruebas. Por ejemplo, en París 1924 Ígor Stravinski y Béla Bartók formaron parte del selecto grupo encargado de otorgar las medallas. Esta diferencia de nivel entre participantes y evaluadores hizo que en muchas ocasiones el medallero quedara incompleto, ya que consideraban que ninguna obra era merecedora de alguna presea concreta (no había un metal específico para dejar vacío, podía, por ejemplo, solo concederse una plata). Entre las 66 pruebas artísticas que se realizaron de 1912 a 1948 solo se otorgaron 45 oros, 53 platas y 49 bronces.
Para compensar esta carencia de medallas, a partir de 1932 se crearon las menciones honoríficas. Eran una forma de que los jurados premiaran obras que consideraban dignas de recomendación, pero no merecedoras de una presea. En los Juegos de Londres 1948 para la prueba de música vocal solo se otorgaron la medalla de bronce —para el italiano Gabriele Bianchi— y una única mención honorífica, que recayó en la compositora irlandesa Ina Boyle (1889-1967) y su Lament for Bion para tenor solista y cuarteto u orquesta de cuerda. La autora y sus dos compatriotas galardonados en la olimpiada (Laetitia Hamilton, bronce en pintura, y Stanislaus Lynch, mención en literatura) fueron recibidos con honores en Dublín tras su gesta la capital inglesa.
Curiosamente, la participación de Boyle en los Juegos Olímpicos fue una casualidad. La compositora había escrito Lament for Bion en 1945 y primero intentó estrenarla en Dublín y Londres. Tras estas infructuosas intentonas, presentó su obra a la olimpiada. Probablemente fue aceptada por estar basada en un texto del poeta griego Mosco de Siracusa, pudiendo trazar así una cierta vinculación con el olimpismo y las ideas helénicas. En general, Boyle tuvo dificultades para que su música fuera publicada e interpretada, pese a que sus obras que sí se estrenaron fueron bien recibidas. Este fue el caso de Wildgeese y su Concierto para orquesta, programadas ambas por la Orquesta Sinfónica de la Radio Irlandesa. Su ópera Maudlin of Papplewick (o Paplewick) se estrenó en el Blackwater Valley Opera Festival 2021 a partir de un manuscrito conservado en el Trinity College de Dublín.
Referencias:
Beausang, I. (Sin fecha). An Irish Composer and the 1948 Olympics. Ina Boyle Society Limited. Consultado el 26 de abril de 2025. https://www.inaboyle.org/articles/2015/8/25/an-irish-composer-and-the-1948-olympics
Comité Olímpico Internacional. (Sin fecha). Selina Adelaide Philippa «Ina» Boyle. Consultado el 26 de abril de 2025. https://www.olympics.com/en/athletes/selina-adelaide-philippa-ina-boyle
Geoghegan, P. M. (2009). Boyle, Ina (Selina Adelaide Philippa). Dictionary of Irish Biography. https://doi.org/10.3318/dib.000848.v1
Redacción y edición: S. Fuentes
