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Notas al programa

El réquiem humano de Brahms

Robert y Clara Schumann tenían una relación muy cercana con Johannes Brahms (1833-1897). Robert auguró que el compositor alemán se convertiría en un gran autor, anunciándolo como “el heredero de Beethoven”. Esta profecía, aunque acabaría cumpliéndose, supuso un gran peso para Brahms durante gran parte de su vida. Por su parte, Clara Schumann, además de ser su amor platónico, formó con él una terna de amigos inseparable que completaba el violinista Joseph Joachim. Debido a esta estrecha relación con el matrimonio, la enfermedad mental de Robert y su muerte en 1856 supusieron un terrible mazazo para Brahms. El compositor alemán se planteó crear un homenaje musical a su admirado amigo, pero en ese momento no se sentía capaz de afrontar un proyecto de tal envergadura.

En febrero de 1865 la muerte volvió a acechar a Brahms, llevándose en esta ocasión a su madre, por quien el autor sentía un gran afecto. El recuerdo de su progenitora dio fuerzas al compositor para encarar el homenaje que debía a su amigo: Un réquiem alemán. Brahms recuperó el esbozo de un movimiento para una sinfonía en el que había empezado a trabajar y lo convirtió en una marcha fúnebre. Durante el año siguiente sumó a este fragmento cinco movimientos adicionales, con los que formó una primera versión de su homenaje. Esta obra, la de mayor envergadura en la que había trabajado, acabaría cumpliendo la profecía de Robert y convirtiendo a Brahms en un digno heredero de Beethoven.

Un réquiem alemán, de Johannes Brahms, por Det Norske Solistkor, Ensemble Allegria, Det Norske Blåseensemble, Markus Eiche, Camilla Tilling y Grete Pedersen.

El concepto de réquiem alemán fue tomado de los escritos de Robert Schumann. Brahms comentó antes de estrenar la obra que también había barajado titularla Un réquiem humano. Tanto el título tentativo como el nombre definitivo de la obra dicen mucho de su espíritu universal, más allá de cualquier religión concreta. A diferencia de la mayoría de misas de réquiem, que utilizaban el texto en latín, el de Brahms utiliza fragmentos de las escrituras protestantes en alemán. Además, Un réquiem alemán es una obra profundamente vitalista. Es una forma de reconfortar a los vivos que han perdido a sus seres queridos. El texto no menciona la muerte o a los muertos hasta el penúltimo movimiento, aludiendo a la resurrección y, por tanto, a un triunfo sobre la muerte.

Aunque Brahms terminó de componer los seis movimientos del réquiem en 1866, su primera interpretación en público no llegó hasta diciembre de 1867. El director Johann Herbeck ofreció al autor estrenar tres movimientos de la obra en los conciertos de la Sociedad Filarmónica de Viena. La acogida fue tibia, pero Brahms quedó satisfecho con la obra. Con el apoyo de Clara Schumann, que había estudiado la reducción para piano de la obra, el compositor programó el estreno de los seis movimientos el viernes santo de 1868 en la Catedral de Bremen. En esta ocasión el réquiem sí fue un gran éxito. Inmediatamente Brahms empezó a trabajar en un movimiento adicional, un solo de soprano. La versión final de Un réquiem alemán se estrenó el 18 de febrero de 1869 en la Gewandhaus de Leipzig.


Referencias:

Dotsey, C. (2018, 24 de abril). A Human Requiem: Brahms’ German Requiem. Houston Symphony. https://houstonsymphony.org/brahms-german-requiem/

Henken, J. (Sin fecha). A German Requiem. LA Phil. Consultado el 6 de noviembre de 2025. https://www.laphil.com/musicdb/pieces/884/a-german-requiem#

Schwarm, B. (Sin fecha). A German Requiem, Op. 45. Britannica. Consultado el 6 de noviembre de 2025. https://www.britannica.com/topic/A-German-Requiem

Redacción y edición: S. Fuentes

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Fin de la cita

Brahms: de nanas y sinfonías

La Canción de cuna de Johannes Brahms (1833-1897) se ha consagrado, sin duda, como la nana por excelencia. Su melodía forma parte del imaginario colectivo y ha trascendido por completo a su autor. Como ocurre con las marchas nupciales de Lohengrin y El sueño de una noche de verano, la obra de Brahms ha cobrado vida propia y es fácilmente identificable por cualquier persona, independientemente de que sepa quién fue su autor. Esta autonomía de la Canción de cuna ha hecho que esté presente en muchos ámbitos de nuestro día a día: desde el cine y la televisión hasta nuestra vida cotidiana.

Canción de cuna, de Johannes Brahms, por Yo-Yo Ma y Kathryn Stott.

Un dato curioso de Canción de cuna es que nació como un regalo de Brahms para el segundo hijo de los Faber, al que pusieron de nombre Johannes en honor al compositor. La madre del niño, Bertha Porubsky (más tarde Bertha Faber), había sido miembro de un coro organizado por Brahms en Hamburgo. Mantuvieron correspondencia después de separar sus caminos y cuando Porubsky se casó con Artur Faber, este se convirtió en asesor económico del compositor. Brahms entretejió en el piano una melodía que Porubsky solía cantar, S’Is Anderscht, como homenaje a su amiga. Sin contar este origen doméstico, la Canción de cuna se estrenó en su formato para voz y piano en Viena involucrando a otra de las amistades del compositor: Clara Schumann.

Conquistar la sinfonía

Brahms reutilizó el tema de la nana en su Sinfonía n.º 2, concretamente, en el primer movimiento de esta obra. El motivo se encuentra algo desdibujado, pero es fácilmente identificable gracias a su contorno, que sigue fielmente el camino marcado por la nana. Aunque el tono general de la sinfonía es calmado y apacible, no faltan en ella algunas sombras acechantes, lo que el propio Brahms definió como un “borde negro”. Frente a estos atisbos de tensión, entra en escena esta versión de la Canción de cuna para aplacar los temores, tal y como la obra original debiera hacer con los miedos del pequeño Johannes Faber.

Tema de la «Canción de cuna» de Brahms en su «Sinfonía n.º 2».

La relación de Brahms con la sinfonía no fue sencilla. El compositor deseaba conquistar este género, como ya hicieran otros grandes autores del entorno alemán: Haydn, Mozart, Beethoven… Pero esta no era una tarea fácil. Quizás por ser enormemente perfeccionista y desechar intentos previos, Brahms no finalizó su primera sinfonía hasta 1876, con más de 40 años. Para entonces el compositor ya había trabajado en obras orquestales previas, como sus dos serenatas, el Concierto para piano n.º 1 o su celebérrimo Un réquiem alemán. Pese a esta experiencia y a ser ya un compositor consagrado, Brahms tuvo que trabajar durante más de una década en su Sinfonía n.º 1. Sin embargo, el estreno de esta sinfonía de debut debió suponer un enorme alivio para el compositor, que escribió seguidamente su Sinfonía n.º 2 en unos pocos meses. Fue estrenada en 1877, un año después que su predecesora.

Sinfonía n.º 2, de Johannes Brahms, por la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig.

Quizás este alivio por verse capaz de seguir la estela de los genios que le precedieron fue la causa de que la Sinfonía n.º 2 tuviera un carácter tan amable. El musicólogo Reinhold Brinkman la definió como “un idilio”. También es posible que esta calma fuera reflejo del entorno que rodeaba al propio Brahms, que la escribió mientras veraneaba en los Alpes austriacos y el Bosque Negro bávaro. Sea como fuere, este idilio contrasta en gran medida con la Sinfonía n.º 1, que se encuadra más en el arquetipo de lo épico. Pese a esta diferencia de personalidad, ambas sinfonías fueron grandes éxitos desde el momento de su estreno y se consagraron rápidamente como obras maestras del género.


Referencias:

Buja, M. (2023, 15 de mayo). Rocking Your Love to Sleep: Brahms’ Lullaby. Interlude. https://interlude.hk/rocking-your-love-to-sleep-brahms-lullaby/

Houston Symphony. (2019, 22 de octubre). Et in Arcadia ego: Brahms’ Symphony No. 2. https://houstonsymphony.org/brahms-symphony-2/

Rothe, L. (Sin fecha). Brahms: Symphony No. 2 in D major, Opus 73. San Francisco Symphony. Consultado el 1 de noviembre de 2023. https://www.sfsymphony.org/Data/Event-Data/Program-Notes/J/Johannes-Brahms-Symphony-No-2-in-D-major,-Opus-73

Redacción y edición: S. Fuentes