En 1835 un joven compositor francés ganó el Premio de Roma. Se trataba de Ernest Boulanger, que aún no había cumplido los 20 años. Décadas más tarde este músico se casaría con una princesa rusa —mucho más joven que él— con la que tuvo dos hijas: Nadia y Lili. Aunque el padre de las niñas murió cuando estas eran aún muy pequeñas, ambas respiraron un ambiente cargado de música desde la cuna. Lili Boulanger (1893-1918) fue tan precoz demostrando su talento que con solo dos años empezó a recibir lecciones de su madre, a las que pasado un tiempo se sumaron las de su hermana mayor.
Desgraciadamente, la pequeña contrajo una neumonía bronquial que le dejó secuelas de por vida. Desde su infancia Lili Boulanger tuvo una salud muy frágil que le impidió estudiar en el Conservatorio y limitó su aprendizaje a lecciones privadas. Pese a estas dificultades, la compositora salió adelante. Aprendió a tocar el violín, el piano y el arpa, además de recibir lecciones de canto y composición. Trató de conseguir el Premio de Roma en 1912, pero no lo consiguió. Sin retroceder lo más mínimo, Boulanger intentó de nuevo ganar el galardón el año siguiente, esta vez haciéndose con él y convirtiéndose en la primera mujer en lograrlo. La obra merecedora del premio fue la cantata Faust et Hélène.
Este éxito captó una gran atención, tanto en Francia como en medios internacionales. También logró que la editorial Ricordi se acercara a Boulanger, ofreciéndole un contrato que le proporcionaría ingresos regulares, permitiendo que se volcara de lleno en la composición. Haciendo uso de la beca que acompañaba al premio, la compositora comenzó su estancia en Roma con grandes ambiciones. El periodo fue enormemente productivo, permitiéndole terminar varias composiciones, entre las que se incluye su ciclo de 13 canciones Clairières dans le ciel. Estas composiciones presentaban un estilo vanguardista y luminoso, con textos plagados de elementos de la naturaleza, como flores o pájaros.
El estallido de la Primera Guerra Mundial obligó a Boulanger a regresar a Francia. Allí creó junto a su hermana una organización que ofrecía apoyo psicológico y material a músicos que estuvieran combatiendo en el frente. En 1916 tuvo la oportunidad de volver a la capital italiana, a pesar de que la guerra aún no había concluido. En esta segunda etapa de su estancia romana, la compositora se embarcó en proyectos de gran envergadura, como su adaptación de los salmos 129 y 130 o su ópera en cinco actos, La princesse Maleine. Sin embargo, la aventura en Roma fue nuevamente interrumpida, en esta ocasión por un rápido deterioro de su salud.
Lili Boulanger pasó sus últimos años de vida en París, intentando concluir las numerosas obras que había comenzado. Siguió componiendo incluso cuando ya no tenía fuerzas para escribir. Lo consiguió gracias a la inestimable ayuda de su hermana Nadia, a quien dictaba las obras. Murió de tuberculosis con 24 años dejando un legado de más de 60 obras, sumando las finalizadas y las inconclusas. Nadia Boulanger, que acabaría convirtiéndose en maestra de muchos de los compositores más importantes del siglo XX, hizo una gran labor para difundir la música de su hermana, a quien consideraba una de las autoras con más talento de entre todos los músicos a los que conoció.
Referencias:
Chan-Hartley, H. (2023). Lili Boulanger. Centre National des Arts. https://nac-cna.ca/en/bio/lili-boulanger
Loges, N. (2022). Lili Boulanger. Oxford Lieder. https://www.oxfordlieder.co.uk/composer/174
Nelson, T. (Sin fecha). Lili Boulanger. Music By Women. Consultado el 7 de marzo de 2023. https://www.musicbywomen.org/composer/lili-boulanger/
Redacción y edición: S. Fuentes