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Utsvólskaya: la mujer con el martillo

Los comienzos del siglo XX fueron tiempos convulsos para Rusia. En pocos años los zares de antaño fueron reemplazados por las autoridades soviéticas, cambiando por completo el orden de la sociedad y, por extensión, de la cultura. Galina Ustvólskaya (1919-2006) pertenecía a la generación nacida durante la Revolución de 1917. Una muestra de los cambios que se produjeron durante su infancia se puede observar en su ciudad natal, Petrogrado, que hasta poco antes se había llamado San Petersburgo y que pocos años después pasaría a denominarse Leningrado.

En el Conservatorio de Leningrado, Ustvólskaya fue discípula de Dimitri Shostakóvich. El compositor valoraba el talento de su alumna tanto que incluso le enviaba borradores de sus obras para que los revisara. No se sabe con certeza qué tipo de relación unía a los dos autores —más allá de la de maestro y alumna—, ya que hay fuentes que llegan a insinuar que Shostkóvich le pidió matrimonio a Ustvólskaya. Lo que sí se sabe es que ambos incluían a menudo citas musicales del otro en sus obras a modo de reconocimiento mutuo. La otra certeza sobre esta relación es que llegado cierto punto, Ustvólskaya se apartó por completo de Shostkóvich y de su entorno. Con el tiempo la autora negaría cualquier tipo de influencia del que fuera su maestro en su música.

Dies Irae, de Galina Utsvólskaya, por Patricia Kopatchinskaja, Anthony Romaniuk y alumnos de la Hochschule für Musik Freiburg.

Lo cierto es que la música de Ustvólskaya tiene una personalidad única que facilita creer la versión de la compositora. Esta identidad empezó a intuirse desde sus comienzos y con el tiempo no hizo más que definirse y reforzarse. Las primeras obras de la autora rusa bebían tanto del realismo socialista impuesto por las autoridades como de algunos recursos modernistas. Este eclecticismo hizo que recibiera acusaciones de formalista, pero consiguió apaciguarlas y contrarrestarlas escribiendo obras apoyadas por el estado, como música para películas. Ustvólskaya rechazaría más tarde la mayoría de estas bandas sonoras. Esta actitud crítica, que no solo afectó a su música para cine, se refleja en un dato: cuando la compositora murió solo había autorizado que 21 de sus obras se interpretaran.

Ustvólskaya no solo era crítica con su trabajo, también lo era con el de los músicos que se aventuraran a interpretar sus obras. Era conocida por ser muy exigente en los ensayos, llegando a expulsar a intérpretes que no estuvieran a la altura. Incluso en sus últimos años de vida, cuando ya había dejado de componer, Ustvólskaya siguió supervisando que su música se interpretara correctamente. Y esta no era una tarea fácil, ya que la producción de la autora rusa “lo exige todo del intérprete”, como afirmaba el pianista Markus Hinterhäuser, quien llegó a programar seis sonatas para piano de Ustvólskaya.

Sonata para piano n.º 6, de Galina Utsvólskaya, por Alexei Lubimov.

Parte de lo que hace tan complicadas las obras de la compositora rusa es su gusto por las dinámicas extremas, que en sus obras van de pppp a ffff. Además, estos matices fortísimos acompañan en muchas ocasiones a clústeres en el piano. Este tipo de música tan física hizo que el musicólogo Elmer Schönberger se refiriera a ella como “la mujer con el martillo”. Esta especie de primitivismo ha inspirado muchas metáforas sobre la música de Utsvólskaya, con capacidad tanto de provocar como de trascender. Se ha dicho que sus obras eran hipnóticas, que eran como un agujero negro o que son una música con vida propia. Todas estas conjeturas y figuras retóricas son cuanto aspiramos a saber sobre la enigmática producción de Utsvólskaya, ya que la autora defendía —alineándose con Schumann— que la mejor forma de hablar sobre su música era callar.


Referencias:

Cornish, G. (2019, 27 de septiembre). She’s Rising From the Depths of Soviet Music History. The New York Times. https://www.nytimes.com/2019/09/27/arts/music/galina-ustvolskaya.html

Service, T. (2013, 8 de abril). A guide to Galina Ustvolskaya’s music. The Guardian. https://www.theguardian.com/music/musicblog/2013/apr/08/contemporary-music-guide-galina-ustvolskaya

Redacción y edición: S. Fuentes

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Notas al programa

El triunfo de Carl Orff

Carmina Burana es, sin duda, una de las obras del repertorio clásico con más calado en el público general. La cantata de Carl Orff (1895-1982) ha sonado infinidad de veces en el cine y la televisión. Basta con escuchar “O Fortuna” —las dos primeras palabras de la obra— para adentrarse en la atmósfera neomedieval creada por el compositor alemán.

O Fortuna de Carmina Burana, de Carl Orff, por la Johann Strauss Orchestra.

La obra recibe su título de un manuscrito homónimo, también conocido como Códex Buranus o Los cánticos de Bauern. Se trata de una colección de cantos que se encontró en Benediktbeuern, un pequeño pueblo alemán construido alrededor de un monasterio benedictino cuyo nombre en latín era Bura. El carácter de este manuscrito dista mucho de la religiosidad que podría esperarse de una fuente de alrededor del siglo XII. El Códex Buranus recoge canciones satíricas e irreverentes que se burlan de la Iglesia y su moralidad o celebran el amor (en todas sus versiones), la bebida y el juego. Fueron escritas por múltiples autores de toda Europa, la mayor parte de ellos goliardos: estudiantes y clérigos errantes. Se han identificado canciones con origen en Occitania, Francia, Inglaterra, Escocia, Aragón, Castilla y el Sacro Imperio Romano Germánico. Pese a esta disparidad de localizaciones, la mayoría comparte el mismo idioma: el latín secular utilizado como lingua franca en la Edad Media. También hay algunos en alto alemán medio y en provenzal antiguo.

Orff conoció el Códex Buranus en 1934 e inmediatamente empezó a plantear una obra sobre aquel texto. Ayudado por Michel Hofmann, un estudiante de derecho al que entusiasmaban el latín y el griego, seleccionaron 24 poemas del manuscrito medieval. Aunque algunos venían acompañados por neumas, en aquella época aún no se habían descifrado las melodías originales, por lo que Orff creó su propia música.

In Taberna Quando Sumus (Cuando estamos en la taberna) de Carmina Burana, de Carl Orff, por la Orquesta de Philadelphia y el Rutgers University Choir.

Carmina Burana se estrenó en la Ópera de Frankfurt el 8 de junio de 1937 y desde entonces su fama creció rápidamente. Las autoridades culturales nazis se plantearon prohibirla por el tono erótico de algunos poemas, pero la obra acabó evadiendo la censura. Su popularidad tras la Segunda Guerra Mundial continuó en ascenso, convirtiéndose en una obra muy programada en salas de concierto de todo el mundo. Curiosamente, la intención de Orff era que la obra solo se representara en su versión escénica, como apuntaba en el título completo de la obra: Carmina Burana: Cantiones profanae cantoribus et choris cantandae comitantibus instrumentis atque imaginibus magicis (Canciones de Beuern: canciones seculares para cantantes y coros para ser cantadas junto a instrumentos e imágenes mágicas).

Trionfi

Carmina Burana no fue la única incursión de Orff en el mundo grecorromano. De hecho, es la obra inaugural de una trilogía: Trionfi. La segunda obra de este ciclo es Catulli Carmina (Canciones de Catulo), basada en poemas del poeta latino Cayo Valerio Catulo a los que el compositor añadió algún texto de su propia creación. Orff describió la obra como ludi scaenici, obra escénica, compartiendo el mismo espíritu teatral de su predecesora. El compositor contaba que, tras el éxito de Carmina Burana, varios teatros le pidieron una segunda obra para acompañarla. Tras abandonar varias ideas, Orff recuperó unas composiciones corales que había aparcado tiempo atrás. En la plantilla de Catulli Carmina el coro y los dos cantantes solistas están acompañados por cuatro pianos y un sinfín de instrumentos de percusión.

Catulli Carmina, de Carl Orff, por el coro de la Ópera Alemana de Berlín.

La tercera obra de Trionfi es Trionfo di Afrodite. El título de esta obra, que da nombre a la trilogía completa, procede del uso latino (y su recuperación en el Renacimiento) de trionfo como procesión o festival. De este modo, Orff enlazó sus obras con la tradición renacentista y barroca de la que era un gran conocedor. El texto de este concerto scenico retoma los versos de Catulo —en esta ocasión, poemas de boda—, a los que suma poemas de Safo y unas pequeñas pinceladas de Eurípides. Trionfo di Afrodite se estrenó en 1953 en La Scala de Milán bajo la batuta de Herbert von Karajan.


Referencias:

Carl Orff Stiftung. (Sin fecha). Carmina Burana. Consultado el 5 de febrero de 2022. https://www.orff.de/en/works/trionfi/carmina-burana/

Carl Orff Stiftung. (Sin fecha). Catulli Carmina. Consultado el 5 de febrero de 2022. https://www.orff.de/en/works/trionfi/catulli-carmina/

Carl Orff Stiftung. (Sin fecha). Trionfo di Afrodite. Consultado el 5 de febrero de 2022. https://www.orff.de/en/works/trionfi/trionfo-di-afrodite/

Redacción y edición: S. Fuentes