Los Bergman eran una familia de mercaderes rusos que regentaba una tienda especializada en la importación de bienes coloniales. En origen se trataba de una dinastía de judíos alemanes, aunque ya se habían convertido al luteranismo y afincado en Rusia cuando nació Valentina Semyonovna Bergman, quien acabaría siendo la compositora Valentina Serova (1846-1924). La pequeña demostró talento para la música desde una temprana edad. Gracias a estas dotes consiguió una beca para estudiar piano en el Conservatorio de San Petersburgo con Antón Rubinstein, el director del centro. Serova destacó rápidamente como pianista y empezó a ser especialmente apreciada por su capacidad para improvisar.
Rubinstein estaba enemistado con otro profesor del conservatorio petersburgués: Aleksandr Serov. Se trataba de un compositor que había ganado cierta fama gracias a sus críticas musicales y, sobre todo, a su primera ópera, Judith. Serov escuchó las improvisaciones de Serova y, según algunas fuentes, se lamentó de que no fuera un muchacho, ya que hubiera podido convertirse en un buen compositor. La joven no dejó pasar este comentario y retó al rival de su maestro. Para demostrarle que podía dedicarse a la composición independientemente de su género, empezó a recibir lecciones de Serov, llegando a abandonar las clases de piano de Rubinstein. La alumna y su nuevo maestro acabaron casándose en 1863. De este matrimonio nacieron varias cocreaciones literarias y uno de los más célebres retratistas de la época: el pintor Valentin Serov.
Durante un tiempo, Serova estuvo centrada en su faceta de crítica y escritora. Publicó artículos en distintas revistas y sacó adelante Música y teatro, un proyecto literario del matrimonio en el que incluyó algunas de sus primeras composiciones. Todo cambió cuando en 1871 Aleksandr Serov murió de un ataque al corazón. El compositor, famoso por sus óperas, dejó inconclusa su última obra de este género: La fuerza del mal. Serova acometió la tarea de finalizar esta composición a partir de los bocetos del difunto y algunos fragmentos que había tocado para ella. Aunque contó con la ayuda de Nicolai Soloviev, el estreno de La fuerza del mal en 1871 se convirtió en una inesperada puesta de largo como compositora para Serova.
Pese a que el nacionalismo ruso se abría camino cada vez con más fuerza en Rusia, Serova no se adscribió a esta corriente. El matrimonio, que contaba con numerosos amigos y conocidos en Europa —entre los que se encontraban, por ejemplo, Richard Wagner y Pauline Viardot— intentaba buscar un estilo más cosmopolita, dando una cierta proyección internacional a sus obras. La primera ópera de Serova, Uriel Acosta, estaba basada en un texto del literato alemán Karl Gutzkow que adaptó junto a Pavel Blaramberg. La obra, estrenada en el moscovita Teatro Bolshói en 1885, contaba la historia del filósofo portugués Uriel da Costa. Su segunda ópera, Maria d’Orval, también orientó sus miras hacia Europa. Serova no empezó a usar temas rusos hasta el tercero de sus títulos, Ilyá Múromets.
Referencias:
Ong, N. (2024, 29 de febrero). Nicholas Ong on Russian critic-composer Valentina Serova and her opera ‘Uriel Acosta’ (1885). Music @ Cambridge: Research. https://musicatcambridge.wordpress.com/2024/02/29/nicholas-ong-on-russian-critic-composer-valentina-serova-and-her-opera-uriel-acosta-1885/
Predota, G. (2020, 11 de marzo). Alexander Serov and Valentina Bergman: “Too Bad, You’re Not a Boy”. Interlude. https://interlude.hk/alexander-serov-and-valentina-bergman-too-bad-youre-not-a-boy/
Redacción y edición: S. Fuentes
