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Una noche en la ópera

El estreno inesperado de Serova

Los Bergman eran una familia de mercaderes rusos que regentaba una tienda especializada en la importación de bienes coloniales. En origen se trataba de una dinastía de judíos alemanes, aunque ya se habían convertido al luteranismo y afincado en Rusia cuando nació Valentina Semyonovna Bergman, quien acabaría siendo la compositora Valentina Serova (1846-1924). La pequeña demostró talento para la música desde una temprana edad. Gracias a estas dotes consiguió una beca para estudiar piano en el Conservatorio de San Petersburgo con Antón Rubinstein, el director del centro. Serova destacó rápidamente como pianista y empezó a ser especialmente apreciada por su capacidad para improvisar.

Rubinstein estaba enemistado con otro profesor del conservatorio petersburgués: Aleksandr Serov. Se trataba de un compositor que había ganado cierta fama gracias a sus críticas musicales y, sobre todo, a su primera ópera, Judith. Serov escuchó las improvisaciones de Serova y, según algunas fuentes, se lamentó de que no fuera un muchacho, ya que hubiera podido convertirse en un buen compositor. La joven no dejó pasar este comentario y retó al rival de su maestro. Para demostrarle que podía dedicarse a la composición independientemente de su género, empezó a recibir lecciones de Serov, llegando a abandonar las clases de piano de Rubinstein. La alumna y su nuevo maestro acabaron casándose en 1863. De este matrimonio nacieron varias cocreaciones literarias y uno de los más célebres retratistas de la época: el pintor Valentin Serov.

Uriel Acosta, de Valentina Serova, por Isaac Chan.

Durante un tiempo, Serova estuvo centrada en su faceta de crítica y escritora. Publicó artículos en distintas revistas y sacó adelante Música y teatro, un proyecto literario del matrimonio en el que incluyó algunas de sus primeras composiciones. Todo cambió cuando en 1871 Aleksandr Serov murió de un ataque al corazón. El compositor, famoso por sus óperas, dejó inconclusa su última obra de este género: La fuerza del mal. Serova acometió la tarea de finalizar esta composición a partir de los bocetos del difunto y algunos fragmentos que había tocado para ella. Aunque contó con la ayuda de Nicolai Soloviev, el estreno de La fuerza del mal en 1871 se convirtió en una inesperada puesta de largo como compositora para Serova.

Pese a que el nacionalismo ruso se abría camino cada vez con más fuerza en Rusia, Serova no se adscribió a esta corriente. El matrimonio, que contaba con numerosos amigos y conocidos en Europa —entre los que se encontraban, por ejemplo, Richard Wagner y Pauline Viardot— intentaba buscar un estilo más cosmopolita, dando una cierta proyección internacional a sus obras. La primera ópera de Serova, Uriel Acosta, estaba basada en un texto del literato alemán Karl Gutzkow que adaptó junto a Pavel Blaramberg. La obra, estrenada en el moscovita Teatro Bolshói en 1885, contaba la historia del filósofo portugués Uriel da Costa. Su segunda ópera, Maria d’Orval, también orientó sus miras hacia Europa. Serova no empezó a usar temas rusos hasta el tercero de sus títulos, Ilyá Múromets.


Referencias:

Ong, N. (2024, 29 de febrero). Nicholas Ong on Russian critic-composer Valentina Serova and her opera ‘Uriel Acosta’ (1885). Music @ Cambridge: Research. https://musicatcambridge.wordpress.com/2024/02/29/nicholas-ong-on-russian-critic-composer-valentina-serova-and-her-opera-uriel-acosta-1885/

Predota, G. (2020, 11 de marzo). Alexander Serov and Valentina Bergman: “Too Bad, You’re Not a Boy”. Interlude. https://interlude.hk/alexander-serov-and-valentina-bergman-too-bad-youre-not-a-boy/

Redacción y edición: S. Fuentes

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Retratos sonoros

Zhubanova: la gran autora kazaja

Gaziza Zhubanova (1927-1993) es considerada una de las compositoras más relevantes de Kazajistán. No solo su música ocupa un lugar privilegiado entre la producida por los autores kazajos, también fue maestra y referente de las generaciones posteriores. La importancia de Zhubanova va más allá de lo musical y en la actualidad incluso existen calles que llevan su nombre. También se han nombrado en su honor un cuarteto de cuerda y la Filarmónica de Aktobé, la cuarta ciudad más poblada del país. Para celebrar el 95º aniversario de su nacimiento se organizaron actos por todo el país, que llegaron a emplazamientos tan emblemáticos como la Ópera de Astaná.

La compositora kazaja procedía de una familia con cierta tradición musical. Su padre era el compositor, director y musicólogo Akhmet Zhubanov. Con un maestro como este en su hogar, la autora fue admitida en la Escuela Estatal de Música Gnessin de Moscú, un centro de élite fundado en 1895 por tres hermanas pianistas. Tras pasar por esta institución, Zhubanova ingresó en el Conservatorio de Moscú, donde estudió composición con Yuri Shaporin. Una vez concluida esta etapa formativa en Rusia, la autora regresó a Kazajistán y empezó su larga carrera como docente. Zhubanova dio clases en el Conservatorio de Almatý hasta su jubilación (en la actualidad Conservatorio Nacional de Kazajistán).

Cuarteto de cuerda n.º 1, de Gaziza Zhubanova, por el Gaziza Zhubanova State String Quartet.

Por influencia de su padre, Zhubanova tenía un gran interés en el folclore de su país. Desde niña la música tradicional había formado parte de su vida. Tal era su implicación que afirmaba que para los compositores era necesario tener un profundo conocimiento de su folclore y cultura nacional. Este interés se manifestó de distintas formas en su música. La manera más directa fue mediante citas, incluyendo canciones populares en sus obras. También utilizó leyendas kazajas como temas sobre los que componer e incluso añadió un instrumento típico del país, el dombra, en uno de sus oratorios. La música folclórica era un lenguaje tan natural para Zhubanova que hasta lo utilizaba para hablar sobre temas contemporáneos y geográficamente distantes, como hizo en su ballet Hiroshima.

Además del folclore, otro de los grandes pilares de la música de Zhubanova fue la identidad soviética. La compositora recibió la distinción de Artista del Pueblo de la URSS (una distinción superior a la de Artista del Pueblo de la RSS de Kazajistán que recibiera su padre). Los temas soviéticos se pueden apreciar en algunas de sus obras, como el ballet La Tierra, la Luna y el Sputnik o su trilogía sobre Lenin. Esta última colección, formada por el oratorio Lenin y las cantatas Lenin con nosotros y Carta a Lenin, gozó de una enorme popularidad. Zhubanova fue diputada del soviet de la ciudad de Almatý y presidenta de la Unión de Compositores de Kazajistán.


Referencias:

Burns, A. (2021, 20 de mayo). Gaziza Zhubanova ‘String Quartet No.1’: From the Top! Classicalexburns. https://classicalexburns.com/2021/05/20/gaziza-zhubanova-string-quartet-no-1-from-the-top/

Culture Map. (Sin fecha). Regional Philharmonic of Gaziza Zhubanova. Consultado el 27 de abril de 2024. https://culturemap.kz/en/object/oblastnaya-filarmoniya-imeni-gazizy-jubanovoiy

De Brito, E. (2022, 4 de agosto). Composer of the Month: Gaziza Zhubanova. Women’s Philharmonic Advocacy. https://wophil.org/composer-of-the-month-gaziza-zhubanova/

Redacción y edición: S. Fuentes

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Retratos sonoros

Paraskevaídis, impulsora de Latinoamérica

La compositora de origen argentino Graciela Paraskevaídis (1940-2017) realizó una labor titánica para la difusión de la música contemporánea y de la música latinoamericana. Para ello no solo contribuyó con sus composiciones, también con sus escritos y ocupando distintos cargos que le permitían llevar a cabo esta labor. Un ejemplo es su pertenencia a la Sociedad Argentina de Música Contemporánea y al Núcleo Música Nueva de Buenos Aires. Cuando Paraskevaídis emigró a Uruguay en 1975, instalándose en Montevideo para el resto de su vida, abandonó estas dos instituciones y pasó a formar parte de la Sociedad Uruguaya de Música Contemporánea y el Núcleo Música Nueva de Montevideo.

Además de su vinculación a distintos países de Latinoamérica (aparte de vivir y trabajar en Argentina y Uruguay, Paraskevaídis colaboró como docente y autora con instituciones y revistas de, por ejemplo, México y Chile), la compositora nacionalizada uruguaya tuvo fuertes conexiones con el mundo alemán. La autora comenzó su formación en su Buenos Aires natal, donde estudió con Roberto García Morillo en el Conservatorio Nacional de Música y con Iannis Xenakis y Geraldo Gandini en el Instituto Di Tella, gracias a una beca del Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales. Tras estos comienzos, la compositora fue becada nuevamente, aunque en esta ocasión por el Servicio de Intercambio Académico Alemán.

Libres en el sonido presos en el sonido, de Graciela Paraskevaídis, por el Ensamble de Música Contemporánea Simón Bolívar.

Gracias a esta nueva beca, Paraskevaídis estudió con Wolfgang Fortner en la Hochschule für Musik de Friburgo desde 1968 a 1971. Aprovechando su estancia en Alemania y su interés por la música de nueva creación, la compositora acudió a los Cursos de Verano de Darmstadt en 1972. Su conexión con el mundo alemán no terminó con esta estancia, ya que posteriormente fue invitada como artista residente del Berliner Künstlerprogramm. También, en su faceta de escritora, Paraskevaídis colaboró con la revista alemana MusikTexte. Gracias a este papel tan activo en el mundo musical germano, la compositora latinoamericana recibió una medalla del Instituto Goethe por sus esfuerzos para el acercamiento cultural entre pueblos.

Este acercamiento premiado por el Instituto Goethe indirectamente también da cuenta de la defensa de la música latinoamericana que Paraskevaídis llevó a cabo, mencionada previamente. En algunas de sus obras incorporó instrumentos propios del continente (sobre todo andinos), como sikus, tarkas, pinquillos, quenas y tinyas o wankaras. También publicó textos sobre autores del continente, siempre con un enfoque que iba más allá de la división entre países. Esta labor se vio recompensada con numerosos galardones en Argentina y Uruguay, además de con una gran acogida y apreciación de su música. Por poner cifras a esta cálida recepción, la compositora afirmaba que de sus más de 50 obras concluidas solo dos estaban pendientes de estrenarse.


Referencias:

Albertson, D. y Hannah, R. (2017, 28 de febrero). Graciela Paraskevaídis. The Living Composers Project. http://www.composers21.com/compdocs/paraskeg.htm

Fundación Archivo Aharonián-Paraskevaídis. (Sin fecha). Graciela Paraskevaídis: Biografía. Consultado el 23 de marzo de 2024. https://faap1940.com/biografia-graciela-paraskevaidis/

García Arancibia, F. (2015). Estudios sobre la obra musical de Graciela Paraskevaídis. Revista musical chilena, 69(223), 103-104. https://dx.doi.org/10.4067/S0716-27902015000100010

Redacción y edición: S. Fuentes

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Una noche en la ópera

Eksanishvili: folclore y pedagogía

La compositora y pianista georgiana Eleonora Eksanishvili (1919-2003) comenzó su formación musical en el Conservatorio Estatal Ivane Sarajishvili de Tiflis. Allí estudió piano junto a Ana Tulashvili y composición con Pyotr Ryazanov y Andria Balanchivadze. Tras graduarse de estas dos disciplinas en 1940 y 1945, respectivamente, Eksanishvili viajó hasta Moscú para ampliar su formación en el Conservatorio de la capital rusa. En la institución moscovita tuvo como maestro de piano a Aleksandr Goldenweiser y de composición a Heinrich Litinsky y Vissarión Shebalín. Eksanishvili concluyó esta etapa formativa con una tesis sobre transcripciones para piano de Mili Balákirev, un tema al que regresaría en épocas posteriores de su vida.

Eksanishvili ya empezó a despuntar antes de marcharse a estudiar a Moscú. Estando aún en la capital georgiana, la compositora comenzó a trabajar como pianista con la Orquesta Filarmónica de Georgia. También empezó su carrera como docente, que acabaría convirtiéndose en una parte fundamental de su trabajo. Eksanishvili llegó a trabajar para el Ministerio de Educación de Georgia, que le encomendó crear un estudio en el Conservatorio de Tiflis desde el que realizar investigaciones etnomusicológicas sobre el folclore georgiano. La particularidad de este espacio era que tenía un marcado carácter pedagógico. Por ejemplo, una de sus labores específicas era la de buscar un método para transmitir el folclore con el que trabajaban a niños a partir de los seis años. La propia Eksanishvili desarrolló y publicó la metodología teórica que el estudio utilizó en su ambiciosa labor.

Canción triste, de Eleonora Eksanishvili.

En 1945, cuando acabó sus estudios en el Conservatorio de Tiflis, Eksanishvili fue admitida en la Asociación de Compositores Georgianos, de la que formó parte durante más de cuatro décadas. En esta faceta de compositora, la autora georgiana también dejó un espacio para la pedagogía. Eksanishvili creó numerosas obras destinadas a un público infantil, como la ópera Los amigos del bosque (1963), las escenas musicales El conejo y los niños (1961) y Las vacaciones de invierno (1963), una suite infantil para orquesta de cámara y varias canciones y pequeñas piezas para piano. Aunque Eksanishvili compuso todas estas obras para niños, lo cierto es que solo supusieron una parte de su producción. La autora escribió dos conciertos para piano, sonatas para distintos instrumentos, varias obras para diversas formaciones camerísticas y multitud de arreglos y transcripciones para piano, continuando la ruta que ya marcara su tesis sobre Balákirev.

Varios de los arreglos de Eksanishvili correspondían a adaptaciones de canciones folclóricas. Esto demuestra que, para la autora georgiana, la etnomusicología, la pedagogía y la composición no eran disciplinas aisladas, sino partes de un todo que a menudo se entretejían, potenciándose mutuamente. Esta impronta nacionalista-folclorista también se puede apreciar en los textos que Eksanishvili escogía para sus obras vocales. Salvo algunas excepciones, como Goethe, Heine o Schiller, la compositora se decantaba por compatriotas suyos, como Vazha-Pshavela o David Guramishvili. Aparte de la composición, Eksanishvili también recurrió a temas georgianos en algunos de sus escritos, como los que publicó sobre otros compositores del país o sobre la visita a Tiflis de Serguéi Rajmáninov. Seguramente esta devoción hacia su patria ayudó a que en 1967 Eksanishvili fuera nombrada Honorable Artista de la República Socialista Soviética de Georgia.


Referencias:

Biographical Dictionary of Georgia. (Sin fecha). Eleonora Eksanishvili. Consultado el 9 de marzo de 2024. http://www.nplg.gov.ge/bios/en/00004008/

Redacción y edición: S. Fuentes

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Retratos sonoros

Auspitz-Kolár, la promesa checa

En 1849 el compositor checo Bedřich Smetana se casó con Kateřina Kolářová, a quien había conocido cuando ambos eran niños. La joven pianista consiguió que el compositor diera lecciones de piano a una de sus primas, casi dos décadas menor que ella. Se trataba de Auguste Auspitz-Kolár (1844-1878). La niña era hija de una cantante y un dramaturgo, por lo que no era ajena al mundo cultural. Tras estos comienzos con tal eminencia del nacionalismo checo, Auspitz-Kolár pasó a una educación reglada en el instituto de educación musical dirigido por Joseph Proksch en Praga, su ciudad natal. Proksch era, sin duda, uno de los maestros más importantes de la región y había formado anteriormente tanto a Smetana como a Kolářová.

La formación de Auspitz-Kolár se completó en París, ciudad a la que viajó junto a su madre. Allí estudió bajo la dirección de Wilhelmine Clauss-Szarvady. Esta pianista y maestra, pese a estar afincada en Francia, también era de origen checo. Entre sus credenciales se encontraban dos obras dedicadas por Liszt para apoyarla en su carrera cuando Clauss-Szarvady apenas tenía 16 años. Tras esta etapa de perfeccionamiento parisina, el regreso de Auspitz-Kolár a Praga fue completamente triunfal. La crítica ensalzó su talento como pianista y calificó sus primeras composiciones de ingeniosas y prometedoras. Pese a esta buena acogida, la autora se centró en su carrera como intérprete y, aunque llegó a publicar algunas de estas obras tempranas, no profundizó en su faceta de autora.

Trío con piano op.22, de Władysław Żeleński, dedicado a Auguste Auspitz-Kolár. Interpretado por el Trio Fortepiano.

Auspitz-Kolár decidió abandonar su ciudad natal para establecerse en Viena. En la capital austriaca se convirtió en una habitual de las veladas organizadas por el Cuarteto Hellmesberger. Además de junto a esta agrupación, la pianista tocó como solista con la Filarmónica de Viena, abarcando un gran repertorio que incluía a autores como Beethoven, Mozart o Schumann. Auspitz-Kolár se atrevió incluso con música de Bach —concretamente, el Concierto en re menor BWV 1052—, que según los absurdos roles de género de la época y de forma completamente arbitraria se consideraba ajena al repertorio propio de las intérpretes mujeres. Además de tocar en Viena, durante esta época Auspitz-Kolár actuó como pianista en numerosas ciudades europeas, incluyendo Brno, Múnich, Colonia, París, Praga, Pest y Londres. De estos viajes se conservan reseñas muy favorables por parte de la crítica.

En 1868 la compositora y pianista se casó con el dermatólogo Heinrich Auspitz, adaptando su nombre (hasta entonces había sido simplemente Auguste Kolár o Kolářová). A diferencia de otras intérpretes de la época, su actividad sobre los escenarios no se interrumpió con el matrimonio. De hecho, a esta etapa pertenecen eventos tan importantes como las dos veladas que protagonizó como solista durante la Exposición Universal de Viena de 1873. Aunque el matrimonio no supuso un obstáculo para su carrera, no ocurrió lo mismo con la maternidad. Auspitz-Kolár se retiró de los escenarios en 1874, ante el nacimiento de su hijo Hans a comienzos del año siguiente. Quizás ese parón habría sido el momento idóneo de retomar su faceta de compositora, tan prometedora en sus orígenes. Desgraciadamente, la pianista murió en 1878, pocas semanas antes de que también falleciera su hijo.


Referencias:

Hoffmann, F. (2012). Auspitz-Kolár, Auguste. Sophie Drinker Institut. https://www.sophie-drinker-institut.de/auspitz-kolar-auguste

Österreichisches Biographisches Lexikon. (2018, 14 de diciembre). Auspitz-Kolár, Auguste (Augusta); geb. Kolárová. https://www.biographien.ac.at/oebl/oebl_A/Auspitz-Kolar_Auguste_1843_1878.xml

The New York Public Library. (Sin fecha). Auguste Kolar papers. Consultado el 6 de enero de 2024. https://archives.nypl.org/mus/20008

Redacción y edición: S. Fuentes

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Una noche en la ópera

La ópera sin fronteras de Tkach

Entre los compositores moldavos del siglo XX destaca una figura especialmente prolífica: Zlata Tkach (1928-2006). El catálogo de la autora abarca más de 800 obras de muy distintos géneros y formatos. La producción de Tkach comprende desde obras infantiles y música de cámara hasta grandes composiciones sinfónicas, además de bastante música escénica. De hecho, Tkach conquistó los teatros de ópera tanto de su país como de otras repúblicas soviéticas, gracias a obras como la ópera infantil La cabra con tres niños. También publicó muchas de sus composiciones fuera de la órbita rusa, en países como Reino Unido, Alemania, Estados Unidos o Canadá. Que las óperas de Tkach triunfaran entre las repúblicas soviéticas no fue casualidad. La complicada vida de la autora le llevó a pasar por muchos de estos países, despertando un considerable interés y afinidad por sus músicas y sus compositores.

Trío para violín, violonchelo y piano, de Zlata Tkach, por Diego Villamil (vln), David Agia, (vlc) y Alexander Timofeev (pno).

Tkach nació en una familia judía de Lozova, en Besarabia (hoy en día perteneciente casi en su totalidad a Moldavia, con algunas regiones parte de Ucrania y Rumanía). Empezó a estudiar violín con su padre, pero su infancia se vio súbitamente interrumpida por la Segunda Guerra Mundial. Primero la región fue anexionada por Rusia, algo que según la propia compositora no afectó mucho a su vida. Sin embargo, bajo esta ocupación Besarabia se convirtió en uno de los objetivos del ejército nazi en su invasión de la Unión Soviética. El padre de la compositora fue llamado a filas y ella huyó junto a su madre y su abuela.

Las tres mujeres se desplazaron hacia Majachkalá (en Daguestán, actual Rusia), pero en el caos del periplo Tkach fue separada del resto. La compositora, que por entonces tenía solo 13 años se desvió casi 600 km. de su destino original, llegando a la ciudad turkmena de Krasnovodsk (actual Turkmenbashi). Finalmente, Tkach acabó en un orfanato de Namangán, en Uzbekistán. Gracias a que sabía tocar el piano y el violín, la niña entró a formar parte de la pequeña orquesta del orfanato. A través de la directora del centro, consiguió reunirse con su madre y abuela, que se trasladaron junto a ella a la ciudad uzbeka. Tiempo después, su padre fue considerado no apto para el servicio y también viajó hasta Namangán.

Concierto para piano y orquesta, de Zlata Tkach, por Alexander Timofeev y la Orquesta Filarmónica Nacional de Moldavia.

Ya reunida, la familia regresó a Moldavia, que había sido liberada por el ejército soviético. Se instalaron en Kishinev (Chisináu), la capital. Tkach continuó sus estudios y accedió a la Universidad, donde comenzó a estudiar matemáticas y física. También fue admitida en el Conservatorio y ante la imposibilidad de compaginar ambos estudios, decidió apostar de pleno por la educación musical. Se graduó de musicología en 1952 y de composición en 1962. Durante toda su vida profesional Tkach combinó la docencia con la composición, logrando labrarse una gran reputación como autora. Gracias a esta fama, el literato Emilian Bukov le ofreció escribir un ballet para su cuento Andriyash. La obra se estrenó en Samarcanda (Uzbekistán). La compositora grabó este estreno y de vuelta a su país se lo enseñó al director de la Ópera de Chisináu, que rápidamente accedió a representar el ballet en su institución.


Referencias:

Fomina, N. (2004). Zlata Tkach. Centropa. https://www.centropa.org/en/biography/zlata-tkach

Timofeev, A., Tkach, L. y Timofeev, V. (Sin fecha). About Zlata Tkach. Zlata Tkach, composer. Consultado el 18 de noviembre de 2023. https://zlatatkach.org/index.php/about/bio

Redacción y edición: S. Fuentes

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Notas al programa

Músorgski, Gógol y el Monte Pelado

Nikolái Gógol fue un escritor de gran relevancia en el ámbito ruso durante la primera mitad del siglo XX. El literato ucraniano fue un importante autor de relatos breves, como La nariz, obra que Shostakóvich adaptó en su ópera homónima. Gógol también fue autor de La noche de San Juan, otra historia corta que produjo inspiraciones operísticas. En esta ocasión, el compositor atraído por los textos de Gógol fue Modest Músorgski (1839-1881). El músico ruso planeó crear una ópera en un acto sobre el relato —como haría Shostakóvich décadas más tarde—, pero aquel proyecto no llegó a ver la luz. El compositor decidió cambiar el argumento de su potencial ópera por La bruja, del conde Georgy Mengden. Esta remodelación del proyecto tampoco acabó de cuajar.

Obertura de La nariz (versión suite), de Dimitri Shostakóvich, por la Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia.

Pese a haber descartado estas óperas en un acto, Músorgski no olvidó la historia de Gógol. Algunos años después de desechar las ideas, el músico ruso recuperó La noche de San Juan con un nuevo objetivo: crear un poema sinfónico a partir del texto. La historia del escritor ucraniano estaba ambientada en la noche de Iván Kupala, una mezcla entre los antiguos mitos eslavos y la cristianización del solsticio de verano. Durante esta festividad, el protagonista decapita a un niño para poder abrir un tesoro.

Músorgski se centró en los elementos más escabrosos del relato y los combinó con las leyendas que hablaban del demonio Chernobog (basado en una deidad eslava) y lo ubicaban en Lysa Hora —el Monte Pelado— una colina cerca de Kiev. Así fue como nació La noche de San Juan en el Monte Pelado. Gracias a las anotaciones del compositor en la partitura, sabemos que los acontecimientos que describe el poema sinfónico son los siguientes: rumores de voces sobrenaturales, la aparición de Chernobog, la adoración de este demonio en una misa negra, un aquelarre, un campesino que presencia este cónclave de brujas y, finalmente, el amanecer.

Una noche en el Monte Pelado, de Modest Músorgski, por la Filarmónica de Viena.

La muerte de Músorgski poco antes de cumplir 42 años hizo que varias de sus obras quedaran sin publicar o incluso sin ser revisadas. Ese fue el caso de Una noche en el Monte Pelado. Tras el fallecimiento del compositor, el poema sinfónico acabó en las manos de su amigo y colega Nikolái Rimski-Kórsakov, quien decidió revisar y estrenar la obra. La obra original reflejaba plenamente el dolor experimentado por Músorgski, con una sonoridad salvaje y un final disonante que encarnaban a la perfección los oscuros sucesos relatados en el poema. En su versión, Rimski-Kórsakov decidió suavizar ligeramente la obra y cambiar el final por uno más esperanzador, en el que unas campanas lejanas adelantaban la llegada del alba y ponían fin al desenfreno demoniaco nocturno. También modificó el nombre, acortándolo a Una noche en el Monte Pelado. Pese a estos cambios, la nueva versión de la obra consiguió conservar la feroz energía plasmada por Músorgski. La obra se estrenó en San Petersburgo en 1886 y fuera de las fronteras del Imperio Ruso en 1889, durante la Exposición Universal de París.

La versión original de Músorgski no fue publicada hasta 1968. Además del original y la revisión de Rimski-Kórsakov existe otra versión muy conocida, la de la película Fantasía (1940). En la cinta de Disney Leopold Stokowski creó una mezcla que combinó el final de Rimski con la orquestación de Músorgski.


Referencias:

Charlotte Symphony. (Sin fecha). Mussorgsky: Night on Bald Mountain. Consultado el 9 de septiembre de 2023. https://www.charlottesymphony.org/educationguide/mussorgsky-i-night-on-bald-mountain/

Scharm, B. (Sin fecha). Night on Bald Mountain. Britannica. Consultado el 9 de septiembre de 2023. https://www.britannica.com/topic/Night-on-Bald-Mountain-by-Mussorgsky

Redacción y edición: S. Fuentes

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Una noche en la ópera

Akhundova: la identidad de la ópera azerí

El mugam es un tipo de música tradicional azerí que fue reconocida como Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco en 2003. En este tipo de música son habituales instrumentos como el tar o el kamanche. Como muchas otras músicas folclóricas, durante el siglo XX el mugam se abrió paso hacia la música de concierto y, más concretamente, hacia la ópera. Entre los primeros autores en mostrar una fuerte influencia del mugam en sus óperas se encuentran Uzeyir Hajibeyov —que fue uno de los músicos más importantes del siglo XX en Azerbaiyán— y su alumna Shafiga Akhundova (1924-2013).

Həsrətindən, de Shafiga Akhundova, por Taleh Haciyev.

Akhundova llegó a ser nombrada Artista del Pueblo de Azerbaiyán, pero sus comienzos en la música no fueron nada sencillos. A diferencia de muchos otros compositores, no procedía de una familia vinculada al mundo de la cultura. En su niñez el único contacto que tuvo con la música fue a través de su madre, que tocaba el garmón (un tipo de acordeón de origen ruso) para ella y sus hermanos. Esto lo hacía a escondidas, ya que el padre de Akhundova le había prohibido tocar este instrumento. Esta prohibición se extendió a su hija cuando la compositora empezó a acercarse a la música.

Akhundova consiguió superar esta oposición paterna gracias a su hermana mayor Zumrud, que era profesora en la Universidad y estaba casada con un intelectual. En las reuniones celebradas en su casa, la compositora empezó a tocar el piano para las otras mujeres, que se reunían en la habitación de Zumrud al margen de los hombres. Las asistentes estaban encantadas con la música de la joven, por lo que la hermana mayor decidió llevarla ante Uzeyir Hajibeyov. El músico quedó impresionado y la animó a dedicarse a la música. Incluso quería darle papeles en su ópera Koroglu y su opereta Arshin mal alan. El compositor no consiguió que el padre de Akhundova permitiera que se subiera a los escenarios, pero sí logró que la joven pudiera cumplir su deseo de dedicar su vida a la música.

Fragmento de La roca de la novia, de Shafiga Akhundova.

El padre de Akhundova no fue el único en oponerse a que la compositora siguiera adelante con su carrera. Siguiendo las costumbres reinantes, la autora se casó siendo muy joven. Al igual que intentara hacer su progenitor, su marido trató de impedir que se dedicara a la música, por lo que Akhundova se divorció de él. Pasando muchas penurias económicas, la compositora azerí tuvo que criar en solitario a su hijo, Taleh Hacıyev, que acabó convirtiéndose en un prestigioso pianista.

La roca

El novelista Suleyman Rahimov propuso a Akhundova que pusiera música a su obra La roca de la novia en una versión de teatro radiofónico de la misma. La compositora accedió, consiguiendo un gran éxito con algunos de los números, como la canción Melodías del corazón. Ante esta buena acogida, decidió llevar el texto de Rahimov a los escenarios, creando la ópera La roca de la novia. En ella se puede apreciar la influencia del mugam que ya marcara las óperas de Hajibeyov.

Fragmento de La roca de la novia, de Shafiga Akhundova.

Cuando la ópera se estrenó en el Teatro de Ópera y Ballet Académico Estatal de Azerbaiyán en Bakú, los bomberos tuvieron que acudir para controlar el aforo. La obra había atraído a tanta gente que las gradas corrían peligro de colapsar.


Referencias:

Abdullayeva, T. (Sin fecha). The people’s composer: Shafiga Akhundova. The Oxford Feminist E-Press. Consultado el 24 de junio de 2023. https://oxfordfeministepress.com/shafiga-akhundova/

Ismayilova, L. (2018, 4 de mayo). Shafiga Akhundova, first female composer of East. Azernews. https://www.azernews.az/culture/128302.html

Jaeed, A. (2020, 21 de enero). Her story: First female opera composer in the East. Nargis Magazine. https://nargismagazine.az/en/articles/article_her-story-6/

Redacción y edición: S. Fuentes

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Retratos sonoros

Anido: la argentina que conquistó el mundo

A principios del siglo XX la guitarra se convirtió en el instrumento de moda en el sur de América Latina. Era frecuente que muchos grandes intérpretes realizaran giras de conciertos y estancias en Argentina, Chile y Uruguay. Fue así como la argentina María Luisa Anido (1907-1996) se formó con dos maestros catalanes sin salir de su país. Los primeros pasos de Anido fueron guiados por su padre, un editor aficionado a la guitarra. El hombre rápidamente se dio cuenta del talento de su hija y, viéndose superado, se apresuró a buscar profesores a la altura de la niña.

Barcarola, de María Luisa Anido, por María Isabel Siewers.

De este modo, Anido se convirtió en alumna de Domingo Prat y Miguel Llobet, dos de los más importantes guitarristas de la época. La niña demostró ser todo un prodigio y con tan solo 9 años comenzó a dar conciertos en Argentina, a los que pronto sumaría otros en Brasil. Con 20 años grabó unos dúos con Llobet que adquirieron gran fama internacional. Un musicólogo francés llego a decir —no sabemos con qué rigor— que era “el primer dúo de guitarras del siglo XX”.

Maestra internacional

En 1952 Anido emprendió su primera gran gira europea. Recorrió numerosos países, entre los que se encontraban España, Francia, Italia, Austria, Rumanía y Reino Unido. La acogida que tuvo la guitarrista y compositora argentina fue unánime, todo un éxito de crítica y público. Tras conquistar el viejo continente, Anido se embarcó en una nueva gira, esta vez por Japón. En el país nipón realizó más de 15 conciertos, a los que sumó clases magistrales e interpretaciones radiofónicas. Este viaje fue tan importante que el Parlamento japonés organizó una recepción en honor para la guitarrista, agasajándola con importantes obsequios.

Aire norteño, de María Luisa Anido, por María Isabel Siewers.

El éxito internacional se repitió en 1956, esta vez en Rusia. Como ya ocurriera en Japón, los conciertos de Anido fueron eventos sociales de gran importancia. A ellos acudieron las autoridades soviéticas y destacadas personalidades del ámbito cultural. Dmitri Kabalevski afirmó que “en las manos de Anido la guitarra sonaba como toda una orquesta”.

Además de estas y otras giras, Anido fue jurado de numerosos certámenes internacionales. También combinó esta actividad interpretativa con una importante labor docente. Esta función pedagógica se produjo tanto a nivel nacional, como profesora de distintos conservatorios e instituciones argentinas (incluido el Conservatorio Nacional de Música en Buenos Aires); como internacional, impartiendo clases magistrales y cursos de perfeccionamiento por todo el mundo. En sus composiciones también se puede apreciar esta dualidad geográfica, ya que combinó obras propias plagadas de referencias al folclore argentino con transcripciones para guitarra de obras de grandes compositores de distintos países.

El Misachico, de María Luisa Anido, por María Isabel Siewers.

Tras recorrer medio mundo junto a su guitarra, Anido se estableció en la tierra de sus maestros, en Cataluña. Allí pasó sus últimas décadas, salvo por una estancia en Cuba cuando fue contratada por el gobierno para dar clases en La Habana. La compositora y guitarrista estuvo especialmente vinculada a Tarragona, ciudad en la que murió y fue enterrada en 1996. A lo largo de su carrera recibió numerosos galardones y reconocimientos internacionales, ganándose el sobrenombre de la “Primera Dama de la Guitarra”.


Referencias:

Certamen Internacional de Guitarra María Luisa Anido. (Sin fecha). María Luisa Anido. Consultado el 1 de abril de 2023. https://www.certamenanido.com.ar/maria_luisa_anido.htm

EFE. (1996, 4 de junio). María Luisa Anido, guitarrista. El País. https://elpais.com/diario/1996/06/05/agenda/833925605_850215.html

Fundación Konex. (Sin fecha). Maria Luisa Anido. Consultado el 1 de abril de 2023. https://www.fundacionkonex.org/b756-maria-luisa-anido

Redacción y edición: S. Fuentes

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Retratos sonoros

El éxito en México de Prieto

La compositora asturiana María Teresa Prieto Fernández de Llana (1896-1982) procedía de una familia amante de la música. Pese a no ser intérprete profesional, su madre tenía un gran nivel pianístico. Con este estímulo materno, tanto la autora como su hermano pequeño, Carlos, empezaron a estudiar música desde pequeños. Cuando llegó la hora de dar el salto a los estudios reglados, Prieto lo hizo en el Conservatorio Provincial de Oviedo junto a Saturnino Fresno, que era también el director de la Academia de Bellas Artes de San Salvador. Junto a él la joven descubrió la inmensidad de Bach, pero también la música popular asturiana.

Por motivos de salud, los médicos recomendaron a Prieto un cambio de clima, por lo que se trasladó junto a su madre a Madrid. Allí ingresó en el Conservatorio, donde estudió armonía con Benito García de la Parra y piano con José Cubiles. Esta formación se complementaba durante los veranos, que pasaba en Santander. En la capital cántabra conoció a José María Nemesio Otaño, que era el director del coro de la Universidad Pontificia de Comillas y se convirtió en su maestro estival de composición.

Adagio-Allegro de la Sinfonía asturiana de María Teresa Prieto, por la Orquesta de Córdoba.

Una nueva vida

La muerte de su madre y el estallido de la Guerra Civil hicieron que Prieto buscara refugio en México, país en el que vivía su hermano desde 1922. En el país centroamericano, Carlos Prieto se había convertido en un importante empresario y mecenas. Por su casa pasaron personalidades de distintos ámbitos culturales, incluyendo a figuras tan destacadas como María Zambrano o Ígor Stravinski. El hermano de la compositora colaboraba a menudo con su tocayo Carlos Chávez, uno de los pilares sobre los que se estaba construyendo la nueva identidad cultural mexicana. Chávez centraba sus esfuerzos en tres frentes: la educación, crear una cultura de apoyo institucional a la música y el fomento de la música de nueva creación (a través de encargos y programando estrenos). Alrededor de Chávez orbitaron muchos de los músicos españoles que llegaban al país, como Rosa García Ascot, Jesús Bal y Gay, Gustavo Pittaluga, Adolfo Salazar o Rodolfo Halffter.

Cuando María Teresa Prieto llegó a casa de su hermano en 1936 se encontró de repente en el centro de la vida musical mexicana. Se empapó de las influencias nacionalistas a través de Manuel Ponce, pero también de las corrientes vanguardistas norteamericanas y las nuevas ideas que los expatriados españoles traían consigo de Europa. A partir de la década de 1940 comenzó a componer y estrenar obras con un notable éxito. Entre ellas se encontraba Sinfonía asturiana (1942), con la que se ganó el reconocimiento de la colonia española tras su estreno a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro de las Bellas Artes. Este prestigio se contagió al resto de la sociedad tan solo dos años después, ya que su poema sinfónico Chichen-Itzá tuvo exactamente el mismo efecto sobre el público mexicano.

Chichen-Itzá, de María Teresa Prieto, por la Orquesta de Córdoba.

Prieto gozaba de tal renombre que cuando Darius Milhaud llegó a la capital mexicana, invitó a la compositora a perfeccionar con él su técnica en el Mills College de Oakland. La autora asimiló las enseñanzas del músico francés, pero también el dodecafonismo que importó Rodolfo Halffter. Fue así como Prieto desarrolló un estilo propio en el que tenían cabida todo tipo de influencias: desde el folclore asturiano y mexicano hasta las últimas modas modernistas e incluso tintes de serialismo.


Referencias:

Perón Pérez, T. (2012). María Teresa Prieto y Carlos Chávez: paradigma de la fructífera relación de México y España a mediados del siglo XX. Cuadernos de Música Iberoamericana, 23, 67-86.

Rodríguez de la Torre, F. (Sin fecha). María Teresa Prieto y Fernández de la Llana. Real Academia de la Historia. Consultado el 18 de marzo de 2023. https://dbe.rah.es/biografias/31042/maria-teresa-prieto-y-fernandez-de-la-llana

Vallina Vallina, A. (2023, 1 de enero). María Teresa Prieto, la compositora ovetense que dejó huella en la música mexicana. La Nueva España. https://www.lne.es/mas-domingo/2023/01/01/maria-teresa-prieto-compositora-ovetense-80526781.html

Redacción y edición: S. Fuentes